Nos acostumbramos
a la rutina que tenemos, dejándonos llevar por la vorágine del día a día viendo pasar
el tiempo. En muchos casos nos acomodamos a nuestra vida, independientemente de
que nos guste o no, por miedo a los cambios, a empeorar la situación. Vemos al
riesgo como a nuestro enemigo, cuando en realidad puede ser un aliado en
nuestro camino hacia el crecimiento, el desarrollo y la consecución de nuestras
metas.
No queremos
cambiar una situación de seguridad
por otra que no conocemos, lo desconocido suele darnos miedo, el miedo nos paraliza y no nos deja actuar o hacer lo que quisiéramos porque pensamos
que todo nos va a salir mal o que no tenemos la obligación de correr ese riesgo,
y muchas veces por no querer arriesgar nos perdemos cosas maravillosas y
positivas para nosotros.
Para poder crecer,
desarrollarnos y mejorar como personas debemos sucumbir a los cambios. Tener
valentía y enfrentarnos a lo desconocido.
Lo que conocemos y
nuestra rutina de vida forman parte de nuestra zona de confort, donde nos
sentimos a gusto y seguros, ya que todas estas situaciones, personas, acciones,
etc... las hemos vivido, hemos interactuado con ellas y las hemos realizado con
anterioridad por tanto sabemos cómo comportarnos y cómo reaccionar ante todas
las posibles variable que surjan.
Por todo ello preferimos mantenernos en nuestra zona segura, evitando así
un mayor aprendizaje y frustrando el
alcance de nuestros sueños en la zona mágica.
Y ENTONCES... ¿POR QUÉ DEBEMOS SALIR DE NUESTRA ZONA DE
CONFORT?, ¿QUÉ PUEDE APORTARNOS?